Una aguja de pino pequeñita
enorme a su cuerpo y estatura
su destino, salvar una piedrita
con un simple quiebro de cintura.
Alertan las antenas su llegada
portadoras de hojas se avecinan
ásperas sus patas hortelanas
disciplinado ímpetu en la fila.
Cien, mil, en tiempo de bonanza.
Un hormiguero
que bulle con canciones de labranza
exitadas componen un reguero,
una mancha negra organizada,
una tropa alegre y empeñada,
un hormiguero.
Las madres observan orgullosas
a las jóvenes lanzadas al trabajo.
Entre tanto
las más viejas desconfían,
saben que a la esperanza como al cuello
le basta un solo tajo
para cegar la vida.
Y viene y llega,
no en forma de navaja de barbero,
no el cuchillo de un desesperado
que rasga el latido tras la tela,
es un zapato brillante de banquero,
es el poder hecho taco y suela
que pisa brutal
un hormiguero.